Tres segundos



Sólo pasó,
sin tocar mi puerta,
apenas si se asomó,
tres segundos le tomó cruzar mi acera,
curiosidad furtiva,
de cadencioso y rápido caminar,
sólo una sonrisa,
no hubo un adiós,
pues nunca hubo un hola.

Tres segundos duró la chispa de su mirada,
y en mi interior escuchaba un fuerte grito
que me atormentaba y que deseaba obligarme,
¡levántate! ¡Ve tras ella!
sentí mi corazón en la garganta,
detenía el aire hacia mis pulmones,
al tiempo que mis manos y piernas temblaban
y mi frente se llenaba de sudor,
el lastre de mi miedo me clavó al piso.



Tres segundos duró esa tormenta,
y descanse en esa hermosa sonrisa
que nunca dijo hola
ni pensó en el adiós,
esa sonrisa de curiosidad constante y tímida,
esa que se asoma a mi puerta con la certeza de encontrarme,
esa que vaga en mi interior y se esconde
en un silencio de miradas vagas,
llenas de pudor.

Tres segundos son eternidad,
son incertidumbre,
son duda,
son pasión oculta y callada,
son miedo,
son hola y adiós.




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