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Te veo tímida y orgullosa ¿Te has extraviado en estas
montañas? ¿O por qué te escondes? ¿Por qué te agazapas en estas cumbres? ¿Será
que cuidas de algo precioso?
Muchos vienen a buscarte, vienen por el norte, el sur, de lo
alto y por el mar, incontables pasos bajo el sol, y en la noche, sólo las sombras
y las ánimas los abrazan. Han mojado sus pies en los riachuelos, el polvo de
las cruces hace lodo en sus cuellos; vértigo, hambre, sangre y cicatrices, han
macerado sus cuerpos para encontrarte.
En sus rezos te proclaman, Talpa mía, anhelando encontrarte,
con la esperanza de verte al pasar esa montaña, pero todavía falta un paso más.
¡Allí está! grita el de las llagas en los pies, ¡Ya la vi!
responde el que viene de tras asido a la burra de otate. Las lágrimas abren
surcos en sus rostros terregosos, como esos caminos que se han quedado atrás,
pero mira, te han encontrado Talpa mía, te han encontrado esta mañana recogida en
tu cántaro de nubes.
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