A unos peregrinos se los “papeo” un animal de uña


La tradición de ir en peregrinación a dar gracias a la Virgen de Talpa, ya sea en bicicleta, a pie, corriendo o incluso a caballo, así como la costumbre llena de colorido y fe de ir a danzar en cuadrillas a los pies de la patrona milagrosa, data de muchísimas décadas atrás y se pierde entre los orígenes mismos del pueblo de Talpa. Así pues, después de tantos años, se cuentan múltiples anécdotas e historias divertidas, trágicas y milagrosas; Así lo atestiguan los múltiples relatos que existen entre los peregrinos colimenses que año tras año organizan sus peregrinaciones a pie desde Tecomán, Colima, Coquimatlán, la Villa y demás… Acerca de estas peregrinaciones, se cuenta una  historia de dominio popular, que más o menos dice así: Allá en tiempos ya muy pasados, cuando aún los cerros que rodean el pueblo estaban llenos de vegetación, árboles y arbustos, y por ende, cundidos de animales peligrosos, hubo en una ocasión un grupo de personas que venían a cumplir su promesa a la virgen, por lo que desde su pueblo natal habían salido dance y dance, así se vinieron por pueblos, valles y montañas… Pero una tarde, ya en el camino principal, el que la gente comúnmente transitaba al peregrinar a la iglesia, pero que está aún en la cima de los cerros llenos de malezas de las afueras del pueblo, descubrieron que por entre las piedras, un enorme animal de uña, ¡prieto como la noche! ¡nomás los venia espiando!, ellos avanzaban y ¡el animal aquel también!, así siguieron avanzando por que ya mero llegaban, además de que no podían hacer otra cosa pues no traían armas para enfrentar a ese demonio… Adelantito de ahí, ¡comenzó de pronto a llover a cantaros!, por lo que se retrasaron un poco en su andar; Así les llego la noche, por lo que los danzantes hicieron una fogata para descansar en medio de los cerros aun a varios kilómetros del poblado; Sabedores que los venía siguiendo el “animal”, los peregrinos dejaron a unas “gentes” apostadas para vigilar, los cuales estuvieron bien despiertos durante algunas horas, pero como el cansancio de los días caminados era tan grande, ¡se quedaron dormidos!, lo que el enorme gato aprovecho para atacar a los peregrinos que estaban durmiendo... Entre gritos de dolor y miedo, la sorpresa de los peregrinos se convirtió en terror, pues al despertar se dieron cuenta que no era sólo un animal ¡sino tres los que los atacaban y los desgarraban!... Así pues, cuenta la gente que aquellos animales se comieron a toda una cuadrilla de danzantes… Aun los que pudieron escapar subiendo al cerro, apenas amaneció, uno por uno, mientras trataban de llegar al pueblo, los enormes gatos los fueron alcanzando y se los fueron  “papeando”, ¡hasta acabar con todos ellos! Dejando sólo en el camino, un rastro lleno de sangre y vísceras…. Esto, cuentan que sucedió por el rumbo del cerro al que le llama la gente el “Espinazo del Diablo”… Toda esta historia trágica se supo, por medio de uno de los danzantes que llego casi muerto a un ranchito cercano a Talpa, Este pobre hombre le contó todo al ranchero, y a la mañana siguiente, en el petate en el que se durmió, el pobre hombre amaneció muerto, no se sabe si por la sed y el hambre, por la insolación, o por todo lo que le toco ver al pobre…

Esta es una aportación de mi estimado amigo Víctor Chi de Colima.

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