Por Víctor Chi.
El pueblo de Talpa de Allende, desde su
fundación ha sido cuna de ilustres y valientes hombres y mujeres, así mismo, ya
sea por su vocación religiosa, por su fama turística de “pueblo mágico” o
simplemente por circunstancias.
Ha sido anfitriona de múltiples personalidades
y celebridades, desde artistas de fama nacional e internacional, hasta
presidentes y personajes históricos como don Porfirio Díaz, quien según las
lenguas que guardan la sabiduría, por acá anduvo escondiéndose en la iglesia
vestido de sacerdote para despistar a sus enemigo.
Así pues, Talpa siempre ha
sido visitada no sólo por el pueblo, sino por los ídolos del mismo pueblo, como
Pedro Infante, María Félix y otros muchos más.
Sin embargo, muy poca gente
sabe, y sobretodo, muy poca gente se dio cuenta, que hace ya algunos ayeres,
una persona de la realeza, una verdadera reina europea, estuvo por estas
hermosas tierras… ¡Así como lo oye!.
Esto me lo relato, un amigo danzante de
una cuadrilla de Talpa, cuando fuimos de aquí de Colima a danzar allá con motivo de las
fiestas de octubre y según él, recuerda que su abuelo le contaba que en una
ocasión que vino de vacaciones la reina a Puerto Vallarta a tostar su
cuerpecito blanco, como cuizi, al sol, le toco ver y escuchar hablar de las
peregrinaciones que la gente hacia el santuario, intrigada ella pregunto a la
gente del hotel por la “famosa Virgen de Talpa”, el personal del lugar, le dio
santo y seña de las creencias y de las cosas que de ella le contaron.
Estos
trabajadores, gente del pueblo llenos de fe, le relataron tanto y con tanta
emoción acerca de lo milagrosa que era la virgen, que la reina decidió venir de
incógnito al siguiente día hasta el pueblo y su santuario para conocerla de
cerca y mirar su magnificencia.
De esa visita, muy poca gente se dio cuenta,
entre ellas mi abuelo, que para ese tiempo vendía ponche y atole en el mercado,
y que además, le recomendó un puesto donde comprar chilte y unos rollos de
guayaba, ¡Dizque para llevar a su tierra!... Incluso cuenta el abuelo que la
reina aquella, le pago el atolito con puros dólares y luego, ya para irse, le
regalo unas monedas “raras”, incluso por ahí todavía deben de andar algunas,
que dicen si mal no recuerdo: “Nedderlands”.
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