Corrido de los peregrinos de Talpa


Este corrido es del maestro Guillermo Velázquez Benavides nació en Xichu, Guanajuato en 1948. Es conocido como uno de los representantes del huapango arribeño.

Al ras de la noche rala
cazanga del triste día
mientras muy cerca de Talpa
cuarenta gentes morían,
venían de ver a la virgen
según el radio anunció,
y como para reírse
la muerte los persignó.

Zanates ¡ucha! zanates
qué hambre de la sinrazón,
qué amargura del paisaje,
qué puñalada de sol.

Platican quienes oyeron,
dicen los que saben leer
que se chorrearon los frenos,
no fue culpa del chofer.

La gritadera de gente
y empezaron a rodar,
sesenta metros de muerte
qué vida podía quedar.

Deme un poquito con coca
qué más remedio pariente,
cualquier pena se hace poca
revolviéndole aguardiente.

Regresaba del potrero
con el sol reverberando
cuando vide los sombreros
y oí los ayes y el llanto,
como sombra, como humo
me arrimé a ver qué pasaba,
eran los cuatro difuntos
que la muerte nos mandaba.

Maceta, jaras y cazo,
el apache, la sandía,
dama, diablo, sol, borracho,
con la muerte ¡lotería!

Cayó la noche pesada,
negra, junta de una vez,
como cobija de lana,
como camisa al revés;
estoy perdiendo la vida
repegado a la pared
viendo a mi mujer tendida
y sorbiéndome un café.


Unos rezan, otros hablan,
y sobre una mesa tosca
ante la Virgen de Talpa
arden cuatro veladoras.


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